Una de las caracteristicas mas definitorias del tiempo que nos ha tocado vivir es la prisa, la inmediatez y, muchas veces la irreflexión. Lo hacemos todo deprisa, de manera mecánica y casi siempre rodeados de ruidos. ¿Cuanto tiempo dedicamos a pensar y a reflexionar sobre lo que hacemos y porqué lo hacemos? ¿Cuanto a disfrutar de ese instante concreto?.
¿Realmente nuestros actos son libres o son mas bien el resultado de estimulos o "clichés" que nos impulsan a hacer determinadas cosas?
Romano Guardini en su obra "La aceptación de sí mismo" exponia la idea de que hay que aceptar la propia vida como un don que se nos otorga en el origen y como un obsequio que debemos hacer gustosamente, al final, a Quién nos la dió.
Yo creo que esta idea puede ayudar a disfrutar de cada pequeño instante y a intentar hacer las cosas con sentido y "primor" conscientes de que no es elegante entregar un obsequio indigno.
Magnífico post, que casualidad, a Seco lo ví yo también, hace poco.