Creo que independientemente de creencias morales o religiosas, el divorcio no es algo bueno ni para las personas ni para la sociedad. Detrás de cada matrimonio hay un proyecto personal y común. Cada divorcio es un fracaso de ese proyecto y genera por tanto mucho sufrimiento .
Sin embargo pienso que las personas que se divorcian no han pasado necesariamente por mayores dificultades que quienes permanecen casados; simplemente han sabido gestionar peor las situaciones de crisis.
Toda convivencia es dificil y el matrimonio no está libre de esa dificultad. Cuando se apuesta por mantener el matrimonio y se pide la ayuda conveniente las crisis se pueden superar.
Salvar el matrimonio supone luchar por él desde el primer día para que no lleguen las crisis o para que cuando lleguen se tenga mayor capacidad de superarlas. Uno de los principales problemas se plantea cuando se piensa y actua como si el amor y el matrimonio fueran algo autónomo que funciona por inercia y que se defiende sólo.
Amar supone esfuerzo, entregar, a veces sufrir y siempre ser muy, muy feliz.
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