Mucho se ha hablado de la educación integral y nunca la educación ha sido menos integral que ahora. Educar integralmente supone formar la inteligencia y la voluntad, la inteligencia para conocer la verdad y el bien y la voluntad para llevar a cabo ese bien y esa verdad.
Asumo que esta idea no la entienden los relativistas que sin embargo pretenden imponer su relativismo como la verdad y el bien, curiosa contradicción.
No educar la voluntad supone huir del esfuerzo, de la superación personal, formar ciudadanos menos libres y esclavos de sus apetencias y de la “espontaneidad” y por tanto mas vulnerables a la manipulación política y económica.
La promoción automática de curso, la posibilidad de no acudir a clase y la filosofía fracasada de la educación comprensiva que inspira la LOE (Ley española de educación) aboca a nuestros hijos a ser unos mediocres. Por no hablar del adoctrinamiento político de la asignatura denominada “Educación para la ciudadanía”, lejos de elevar la enseñanza pública la hundirán mas.
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