La excelencia humana tiene su mejor demostración en la fiesta que celebramos hoy, la de todos los hombres y mujeres que lucharon por vivir una vida de entrega a los demás y que ahora gozan del Cielo. La mayoria de ellos son desconocidos y su vida santa se fraguó en medio de lo cotidiano. Son para nosotros un ejemplo y un aldabonazo que nos confirma que lo mejor es posible.
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