Cuando la actitud con la que se afrontan las cosas es positiva, el esfuerzo pasa a un segundo plano. El impulso de la actitud personal hace que se obvie lo negativo y se siga adelante apoyados en lo positivo. Un buen ambiente laboral, que mucho depende de quien trabaja, ayuda a sobrellevar el trabajo y a hacerlo mejor, lo cual nos lleva a una espiral positiva: trabajo bien, hay buen ambiente, el trabajo luce, me siento bien y, por tanto, eso me estimula a seguir haciéndolo bien.
Y aquí llegamos al punto central de estas consideraciones ¿Porqué no aplicar estas ideas al matrimonio? El matrimonio pasa en un primer momento por la efusión del sentimiento y el romanticismo, estados de animo que vienen y van.
Quizás una clave del éxito de un matrimonio sería enfocarlo como un trabajo. Como algo que requiere un esfuerzo y una dedicación. Los primeros beneficiados de un trabajo bien hecho son los que lo realizan, por la satisfacción que produce. De igual manera, se puede disfrutar del matrimonio “trabajándolo” día a día, desde el primer momento, aprovechando esa fuerza impulsora que es el sentimiento.
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