Si tuviera que destacar dos características muy extendidas entre los hombres del siglo XXI éstas serían la nostalgia y la angustia. Se trata de dos realidades cuyo origen es común: la no vivencia del presente. La nostalgia nos embarga cuando volvemos al pasado, la angustia cuando nos vamos al futuro.
En ambos casos, pasado y futuro, se trata de momentos que no podemos gestionar. Lo que ya pasó no se puede cambiar y lo que está por venir depende, en buena medida de lo que hagamos en el presente. Sólo somos dueños del aquí y ahora. El presente nos presenta tareas por hacer mientras el pasado o el futuro nos llevan a la pasividad. El futuro se hace viviendo el presente.
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