Todos experimentamos los problemas y limitaciones propias de nuestra naturaleza. Afirmar que la vida matrimonial es un camino de rosas sería devirtuarla, la convivencia no es fácil y son muchos los factores internos y externos que hay que superar. Es importante no añadir más a los que realmente existen; en muchas ocasiones los problemas no son reales y sólo están en nuestra cabeza.
En este sentido me gusta una de las ideas de Stephen Gabriel que traducida dice así: "Intentaré no ser la cruz que estás llamada a cargar cada día, sino el amigo que te ayuda a llevar las que surgen en tu vida". En la vida matrimonial es necesario descomplicarse y mirar más al otro, ver cuáles son sus necesidades.
La consigna ahora es rechazar todo lo que supone un esfuerzo. Mantener una relación es algo complicado y algunos piensan que no merece la pena. Sin embargo, la felicidad consiste precisamente en lograr nuevas metas cada día y el matrimonio, lejos de ser una condena, es una ayuda para conseguir esas objetivos. Un saludo.
Así es María, se puede ser mejores y merece la pena. Saludos