La tendencia a afirmar que existen cosas buenas o malas, comportamientos dignos e indignos es propia del hombre. Hay quienes afirman que lo bueno y lo malo son ilusiones, que no existen como tales objetivamente sino que son creados, sin embargo luego nos exhortan a ser buenos ciudadanos. En ambos casos, bondad objetiva o creada, se afirma la existencia de un bien.
Sabemos que hay comportamientos que nos hacen mejores y otros que nos hacen peores, menos humanos. Todos los seres humanos tenemos la idea de que nos debemos comportar de una manera determinada y no de otra. Constantemente hacemos juicios morales sobre otros y sobre nosotros mismos. C.S. Lewis afirma que estas ideas nos llevan a concluir que existe una fuente originaria de moralidad, unos valores universales comunes a todos los hombres.
Incluso quienes se definen como agnósticos o ateos buscan esos valores universales y admiten la existencia de un mínimo universal común. Principios como la lealtad, la justicia o la sinceridad son considerados como buenos por todos y no son frutos de consensos ¿cuál es su origen?.
Uno idea capital en el pensamiento de Lewis es que los valores son, no se inventan. Se siguen o no se siguen, y así afirma en su libro La abolición del hombre: "Para los sabios del pasado la cuestión clave eera cómo adecuar el alma a la realidad, y la solución era el conocimiento, la autodisciplina y la virtud. Para la magia y la ciencia aplicada la cuestión clave es cómo someter la realidad a los deseos del hombre, y la solución está en la técnica".
Indudablemente la experiencia de lo moral nos situa, por lo menos, ante la pregunta de cual es la fuente originaria de dicha moralidad.
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