Nuestro tiempo se caracteriza por el predominio de una mentalidad reduccionista que toma la parte por el todo desvirtuando de esa manera la realidad. Este enfoque hace especial daño a realidades tan profundas de la persona como la libertad o el amor.
El amor humano, base del matrimonio y la familia, es una realidad compleja que engloba todas las dimensiones de la persona: el cuerpo, los sentimientos, la voluntad. Cuando se reduce a uno de ellos pierde su característica propiamente humana. Denominar amor únicamente al sexo, a los sentimientos o al querer supone un empobrecimiento del mismo.
Juan Pablo II habló en las audiencias de los miércoles, desde 1979 a 1984, sobre el amor entre el hombre y la mujer. Ya antes, en 1959, había escrito un libro sobre el tema Amor y responsabilidad , que ha sido reeditado en numerosas ocasiones y hace un planteamiento de la sexualidad humana muy interesante y actual. Cualquiera de los dos textos pueden ser buena compañia en estas vacaciones veraniegas que comienzan en el hemisferio norte.
Deja una respuesta