Como somos humanos y por ello seres limitados, es obvio que de la misma manera que hacemos cosas bien las hacemos mal. Sucede en todas las facetas de la vida, en las relaciones familiares, en el trabajo, en la vida social y por supuesto en la vida matrimonial.
Cada día se producen pequeñas o grandes heridas en la relación matrimonial. Pequeños descuidos, faltas de delicadeza o contestaciones exasperadas que en un sólo día pueden afectar poco a la relación, pero que sumando pueden llegar a producir una herida grande y peligrosa. Normalmente las crisis matrimoniales no son resultado de grandes culpas, cuando estas llegan ya antes se han producido otras pequeñas que no se han curado.
Por eso es importante hacer un alto cada día y descubrir esos pequeños egoísmos, esa soberbia que nos lleva a no cultivar el amor y que socava la relación. Es la soberbia uno de los grandes enemigos de la convivencia en general y, como no, también del matrimonio. Por eso es bueno cultivar tanto el arte de pedir perdón como el de perdonar, sobre todo cuando se piense que se tiene razón. Sin duda la humildad siempre es buena compañera, nunca se equivoca y nos hace más humanos.
Es importante no dejar que pase un sólo día sin haberse perdonado.
Cuánta razón tienes. No es fácil, pero muy importante. Me apunto la reflexión diaria. Gracias. Un saludo