Recientemente leí que la manera de saber si un libro leído ha merecido la pena es considerar lo que nos ha quedado de él. Ésta semana he recuperado Rosa Krüger, un libro que leí hace algunos años y que efectivamente me dejó algo, la idea de que el amor hace que uno quiera ser bueno, "por ella fui algo y fui mejor".
Lo recordaba al escribir un artículo para una revista, sobre el papel del padre; y en concreto al hacer referencia a unas interesantes reflexiones de Garcia Hoz sobre la importancia del ambiente familiar a la hora de educar. Equipara el pedagógo el ambiente familiar al oxigeno, ambos ejercen una acción constante sobre las personas, ya sea para bien o para mal.
Un ambiente adecuado genera espontáneamente alegría, es atractivo e invita a participar, a mejorar.
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