En una entrevista publicada en la revista Familia y Cultura, el profesor López-Barajas afirma que “la educación de los hijos no es cuestión de técnica sino de forma de ser”.
Muchos padres argumentan que educar es muy difícil, les falta tiempo, no tienen preparación, la presión de la sociedad les puede. Las tres dificultades son ciertas, Y de ellas la más cierta sea la falta de tiempo.
En una sociedad que podríamos denominar del conocimiento y la eficacia, se tiende a pensar que la fórmula mágica, la solución a todo, está en la técnica y en los métodos. Esta idea no funciona en lo concerniente a las personas, ni en las relaciones sociales, ni en el trabajo y mucho menos en las relaciones familiares.
No seré yo quién niegue la importancia que tiene que los padres se formen para ser mejores, pero creo que sin duda la “piedra filosofal” de la educación está más en su manera de ser y actuar que en los muchos conocimientos que tengan. Se puede ser un gran teórico de la educación y un pésimo educador.
De poco serviría asistir a un curso o leer libros sobre educación si luego en el comportamiento diario, si en la forma de ser y relacionarse no aparece la persona que procura ser mejor, que comprende, que disculpa y que exige cuando hace falta.
Y Precisamente por este motivo afirmaba al principio, que el factor falta de tiempo es principal. Es imposible conocer a las personas, ver como actúan, establecer lazos afectivos, etc si no se dedica tiempo tranquilo. Por ello me atrevería a sugerir dos propuestas a quienes pueda interesar: dedicar tiempo a la familia y procurar la propia mejora como persona. Una de las grandezas del hombre es que la forma de ser siempre se puede mejorar. Con estos dos propósitos seguramente educar se tornará más asequible y complementado con la lectura de algún libro y la asistencia a un curso de orientación familiar, “miel sobre hojuelas”.
Educar y forma de ser
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